Los principales materiales utilizados en el edificio son aluminio, vidrio, piedra y hormigón, que reconcilian de forma delicada el máximo grado posible de penetración de la luz y una óptima retención del calor o el enfriamiento. El edificio dispone de su propio generador interno a gas, por lo que puede estar desconectado de la red nacional de energía durante los períodos diarios (y costosos) de mayor demanda de electricidad. Cuenta con pozos canadienses que están construidos en los cimientos del estacionamiento y se comunican a través de la infraestructura de apoyo del edificio principal con todos los pisos. El sistema succiona aire frío que se eleva a medida que se calienta. Este proceso natural de transferencia de calor mantiene el edificio a una temperatura óptima constante: entre los 20 y los 26 °C.
La incorporación de un sistema de ventilación de doble flujo en los pilares de apoyo del edificio resulta económica y estética, dado que elimina la necesidad de falsos techos y no le resta integridad a la estructura en su conjunto. Los dobles suelos en la planta baja permiten una mejor acústica. El ahorro conseguido gracias a la ausencia de falsos techos y suelos facilitó la creación de una innovadora doble fachada, una capa protectora que rodea el núcleo del edificio. Esta capa protectora funciona como un conducto térmico que aísla el edificio de las variaciones de las condiciones meteorológicas de montaña. Constituye una fórmula compleja que concilia la necesidad de calor y de luz.
Mediante el uso de técnicas innovadoras y tradicionales de conservación energética, la elegante estructura del edificio de la OMM es un fiel testimonio del compromiso de la Organización con la protección del medio ambiente y el uso eficiente y económico de la energía. Está concebida para mejorar el entorno de trabajo con modernas instalaciones. – G. O. P. Obasi, Secretario General de la OMM, 1933-2007
El diseño del edificio es una síntesis orgánica entre el interior y el exterior, entre el contexto y la función. Debido a los estrictos condicionamientos impuestos por el emplazamiento, fue necesario alinear el edificio en sentido este/oeste, lo cual deja expuestas las fachadas a los penetrantes vientos fríos de montaña provenientes del norte y a todo el resplandor del sol hacia el sur. En consecuencia, las ventanas de la capa exterior que dan al norte se mantienen permanentemente cerradas para propiciar el aislamiento.
En cambio, la fachada sur está conformada por paneles que pueden abrirse y cerrarse. La totalidad de la fachada cuenta con un recubrimiento especial destinado a reducir la absorción de rayos ultravioletas y, en el frente con orientación sur, el vidrio está reforzado para que proporcione un 40% más de sombra. El diseño y la composición de la fachada sur en su conjunto permiten que solo penetre un 17% del calor solar al interior. Todas las ventanas interiores pueden abrirse, de modo que cada oficina puede adaptarse a los niveles de comodidad deseados.
Además, la doble capa ofrece un eficaz sistema de ventilación, que complementa los pozos canadienses. El sistema incorpora un ventilador automático nocturno que funciona durante los meses estivales calurosos. Durante las horas más frescas del día (entre la medianoche y el amanecer), el sistema succiona aire frío desde los cimientos a través de las escaleras de emergencia ubicadas en el centro del edificio y lo libera en cada planta por medio de ventiladores que se abren automáticamente. Se hace circular el aire y se refrescan todos los espacios de trabajo a tiempo para empezar la labor en la mañana.
Una de las innovaciones de la arquitectura modernista del edificio fue la ingeniosa manipulación de la luz natural, que baña el interior y posteriormente se refleja en las extensas paredes de color gris claro del centro del edificio. Las paredes internas de las oficinas son de vidrio, lo cual reduce el uso de luz artificial excesiva. El sistema de iluminación funciona mediante una serie de sensores que se activan con el movimiento en un espacio determinado; la asignación de energía se ajusta aún más en función de la luz natural disponible, proporcionando una iluminación equilibrada y uniforme a menor costo. Los sensores son automáticos y las bombillas son de bajo consumo.
El edificio es a la vez pragmático y emblemático: un logro de adaptación de alta tecnología a la geografía a partir de la creatividad científica y un símbolo del compromiso de la OMM con la protección del medio ambiente y el uso eficiente y económico de la energía.